Ayer cifré mi entusiasmo
y me alegría en ser tuya:
Tú me colmabas de mimos,
de promesas y ternuras...
Yo me dejaba arropar
embebida en la fortuna
de ser tu adorable esposa:
¡Qué mar des esperanzas juntas!
Todo nube pasajera,
leve chispa en la penumbra,
espejismo de un instante,
iris de amor que se esfuma...
Volvistes a las andadas,
a tus juergas y aventuras
con tal cinismo y desdén
que aventajaras a Judas.
Se asemejaron mis noches
al silencio de las tumbas
y no supe más de besos
ni de primeras ternuras.
Mis carnes amenazaban
con la mueca de la arruga
y se enervaban mis senos
tras alaridos de angustia.
Era un tormento mi vida
y mi mente una conjura,
y era la muerte acechando
entre mi daño y tu burla.
Insensible tú, ¡qué duro
tu corazón! ¡qué profundas
las heridas de mi alma
golpe a golpe y lucha a lucha!
¡Ni rencor me queda ya.!
No quiero que sepas nunca
como destroza la pena
cuando el amor se derrumba.
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Francisco Novo Alaminos.
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(Totalmente como me lo contó élla,
hace muchos años...)
Buena ya por aquí otra vez, poniéndome al día con tus maravillosas letras, Francisco siempre es un placer leerte
ResponderEliminarque palabras mas duras y que dolor esconden tus letras, pero si, hay veces que ya no nos quedan fuerzas para luchar, es triste pero cierto
un beso caballero de linda y talentosa armadura
sigo mi camino, pronto me volveré a reencontrar contigo
Hermoso poema, como todos los que brotan de tu gran inspiración, querido Francisco, tienes un alma romántica y sensible, que sempre me causa deleite cada poema que leo.
ResponderEliminarCon mucho cariño desde éstas lejanas tierras peruans.
María del Carmen
Hola, me ha parecido muy interesante tu blog, si quieres dar una vuelta por el mio estaria encantada.
ResponderEliminarUn beso Paqui y Mari.
Miss-pereas
Que tristeza. Que real.
ResponderEliminarCuanto dolor en un poema tan bonito