Domingo caluroso del mes de Agosto. Los muchachos acampaban bajo los pinos a la caricia escasísima del aire juguetón. Al silbato del Padre celador, el improvisado campamento se puso en pié de marcha. Los chicos subían de Río Verde a Cázulas .En este trayecto se encuentra el cortijo donde ocurrió lo inesplicable. La parada, los muchachos la aprovecharon para establecer o continuar sus amigables comentarios sobre río, terreno, campos, a lo que se sumó la familia del cotijo que a la sazón estaba reunida bajo el parral de la puerta. Repentinamente una sombra cruzó de norte a sur sobre el grupo: El terror corrió por las venas de todos. Los muchachos se miraron aterrados, paralizados...
El anciano dueño del cortijo movió la cabeza y dogmaticamente musitó:
En este cortijo siempre han pasado cosas raras.
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Francisco Novo Alaminos.
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