III.
Era la hora del Angelus. Lejos el manso susurro de Río Verde.Las cigarras con
su interminable música veraniega al compás de los últimos rayos del sol.
Mi padre y hermanos en la puerta del cortijo al amparo de los verdes pámpanos
como el mejor de los techos, en tarde calurosa.Dispuestos ya al rezo del Rosario por
el alma de mi madre, íbamos terminando entretenida conversación pero sin apenas
conciencia de éllo, rozábamos el buen nombre de un pariente, y ved, que repentí-
namente golpes atronadores sonaron por varias veces sobre unas uralitas que cerca de nosotros
estaban echadas en tierra. Sobresaltados enmudecimos. Mi padre y mi cuñado se levantaron
para inspecionar el lugar, removieron las uralitas y nada se vió que pudiera indicar de por qué
los ruidos escuchados.Fué mi padre quien dijo:
-Parece como si mamá nos hubiera alertado de que faltábamos a la caridad.
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IV.
Volvía yo con mi madre al pueblo desde un terreno que teníamos en el Barronco el Duende.
De pronto, mi madre, cogiéndome fuertemente del brazo, aceleró el paso . Un extraño miedo le
había extremecido.
.--. Vamos, vamos, me dijo, temo que ha pasado algo...
A la entrada del pueblo una buena mujer nos paró:
-- Manuela, acaba de morir tu tio Diego.
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Francisco Novo Alaminos.
Verano 1970.
(Todos mis relatos son ciertos.)
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.ES LA HISTORIA DE TU VIDA FRANCISCO?
ResponderEliminarCONTINUA...
Y DIME AUNQUE SEA POR EWSTE MEDIO DONDE PUEDO LEER LAS ANTERIORES!!
MIS BENDICIONES!!!
QUE TENGAS UN BUEN SABADO!!
BARBARA
Me ha entusiasmado estos relatos, pero son ciertos??
ResponderEliminarBesos y sonrisas
buen relato.
ResponderEliminarFeliz fin de semana, amigo.
un abrazo.