V.
Domingo caluroso del mes de Agosto. Los muchachos acampaban bajo los pinos.
Una carica ténue
de la escasísima sensación de aire que jugueteaba entre jaras y carrascos.
El silbato del Padre celador al improvisado campamento avisó
y el grupo de estudiantes se puso en marcha.
Los muchachos subían del río al caserío de Cázulas;
en este trayecto se encuentra el cortijo El Secano.
En la parada, descanso, los jóvenes aprovechaban el tiempo
en amigable conversación con los buenos cortijeros
que a la sazón sentados bajo la parra de la puerta del cortijo,
hacían su diaria tertulia veraniega..
De pronto, una sombra cruzó de norte a sur sobre el grupo:
El terror sacudió a todos; fué sólo unos segundos;
los muchachos enmudecidos se miraron unos a otros aterrados,
sin atreverse ni a prorrumpir en un grito de desahogo o extrañeza.
El bueno del cortijero, (mi suegro), movió la cabeza y dogmáticamente musitó:
En este cortijo siempre han pasado cosas raras.
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Francisco Novo Alaminos.
1970.
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Hola Francisco:
ResponderEliminarY lo bien y sanamente que lo pasariais, disfrutando de la naturaleza.
Deseo que cada día te encuentres mejor.
Un abrazo desde Valencia, Montserrat