I.-
Bajaba yo desde Cázulas a Otívar y en lugar de pasar por el camino
ordinario y más breve, quise ir por el cortijo de mis abuelos
donde mis padres habían vivido, donde murió mi madre y donde
continuaban viviendo mis abuelos.
Hacía ya varias horas que la noche había cubierto los campos de silencio;
todo estaba tranquilo y apenas si el grillo hería la quietud con su redoblado
repique. Gracias a la linterna y sobretodo a que cualquier otiveño es capaz de
deambular por cualquier camino a oscuras, nada me impedía a mi
transitar a tales altas horas.
Sali pués del camino y por otra vereda me dirigí al cortijo. La puerta estaba cerrada y al no distinguir luz alguna pensé que mis abuelos dormían; no obstante
dí fuerte con la palma de la mano a la recia puerta, agudicé los ojos por los
resquicios y ví como al fondo emitía lánguidos detellos la ténue luz de una "mariposa",(1) mientras desde dentro, mi abuela me decía:
-¿Qué quieres,hijo mío? ¿Te abro la puerta? ¿Dónde vas a estas horas?
- No abuela,no abras, le contesté, voy a Otívar y he querido pasar a veros.
-Bueno, adios, Paquito, hijo mío, adios, adios, hijo mío.
Me alejé y continué mi camino.
Por la tarde, al día siguiente, a mi regreso, encontré a mis abuelos que también bajaban del pueblo y extrañado les pregunté:
--¿De dónde venís?
-Pues mira hijo, subimos ayer al pueblo, al bautizo de tu prima.
-¿Ayer, decís? insistí más sorprendido.
-Sí, ayer, Paquito.
Así, ¿quién había anoche en el cortijo que yo llamé y...
No me salían las palabras y mi abuela insistió:
-¿Cómo íbamos a estar nosotros, ni nadie, si mira donde llevo las llaves
y el cortijo quedó cerrado?
Fué la voz querida de mi madre...Ella había sido indudablemente quien había
contestado a mi llamada. Fué mi madre, muerta hacía dos años quien pronunció mi nombre y me dió aquel adiós que jamás he olvidado.
Hace de éllo casi treinta años.
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(1)(Lamparilla de acéite)
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Francisco Novo Alaminos.
Otívar. Verano del 1.970
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Dios mío, me ha encantado
ResponderEliminarBellisimo, seguiré tu blog
ResponderEliminarLydia Raquel pistagnesi
Te creo, Francisco, cómo no habré de hacerlo si yo misma vivo una situación similar.-Pienso que se comunican siempre con nosotros, alcanza con prestar oídos para advertir que lo hacen con mucha más frecuencia de lo que parece.-
ResponderEliminar¡Qué dulce relato!
Un beso enorme y adiós Paquito.-